CON VALORES Asociación

«Al frío te acostumbras…»

Esta fue una de las muchas lecciones que me dio una persona cualquiera, en un parque cualquiera, en un banco cualquiera. Lo que empezó siendo un voluntariado acompañando a personas sin hogar en la calle, terminó siendo lo que hoy en día es Incubadora CON VALORES.
 
Cada martes por la tarde me sumergía en una realidad que, absorto en mi mundo de corbatas y salas de reuniones, era invisible para mí. Y cada martes fui recibiendo lecciones de vida, cada persona que conocía, cada mirada, cada historia.
 
Me gusta recordar una de ellas, porque nos hace ver lo frágil de nuestra situación y cómo, si la vida te da tres golpes seguidos, cualquiera de nosotros acabaría en la calle.
 
La persona con la que hablaba había tenido una familia feliz, con dos niñas y una pequeña empresa propia que funcionaba. Un fatídico día todo eso desapareció, cruzó una calle despistado, fruto del estrés del trabajo, hablando por el móvil y sufrió un atropello. Fue el principio de una serie de desafortunados sucesos: un coma, una afectación cerebral que lo dejó postrado en cama durante años, el cierre de su empresa, la muerte de su mujer, el traslado de sus hijas a otra ciudad con sus abuelos maternos.
 
Ninguno lo hubiera soportado tampoco.
 
Tras todo aquello, llevaba diez años en la calle y se había creado una nueva familia debajo de un puente. Le estábamos ayudando a que consiguiera una pensión por invalidez y yo le insistía que eso le serviría para poder tener de nuevo una habitación por lo menos. Sin embargo, él no se mostraba tan contento, yo no lo entendía. Al final me explicó que si se iba a una habitación perdería lo único que tenía, la compañía de esas personas. Yo le rebatí, que sí, pero que estar en la calle al raso, con la humedad, la lluvia, el frío debía ser muy duro y él, mirándome compasivamente, como quien mira a un niño que no entiende, me dijo: Melquia, tranquilo, al frío te acostumbras…
 
De nuevo una lección de vida me golpeaba en la cara. A lo que no te acostumbras es a estar solo, era lo único que le quedaba en la vida, su familia de la calle con los que dormía cada noche.
 
Vivencias de este tipo cambiaron mi “ordenada y perfecta” vida, ya no podía mirar para otro lado, ya no podía decirme que todo eso no era problema mío, que yo tenía mis propios problemas. Perdí la capacidad de esconderme detrás de todas esas excusas y fui consciente de mi responsabilidad para con las demás personas. Si yo alguna vez estuviera en esa situación querría que alguien me ayudara, pues ese alguien ahora era yo para ellos. 
 
Varios años me costó ser consciente de ello, hasta que llegó un día que decidí no demorarlo más y arrancar este proyecto. 
 
En ese instante, y como siempre ocurre en la vida cuando haces algo con convicción, apareció en mi vida la que hoy es mi pareja, Andrea Platero Latorre, ella venía del mundo social, era el complemento que faltaba para fundar Incubadora CON VALORES.
Melquiades Lozano Monzón
Cofundador Asociación Con Valores